lunes, 13 de octubre de 2014

Él.



Es la 1 de la madrugada.
Tengo que levantarme a las 5.
Ir al colegio. 

*****
El levantó la mirada y sólo me veía a mi, el reflejo en sus ojos era yo. Se acercó lentamente, se le notaba dudoso pero aún así seguía avanzando y yo, tenía esa curiosidad de saber que era al que sus ojos verdes trataban de decirme. Cuando estuvimos a un metro de distancia el se detuvo y sonrió, tan enigmático, tan elegante, tan fantasmal; con ese traje de corbata gris que se le veía irresistible. 

— Hermosa noche.

— No más que usted, señorita. — me respondió aún con esa sonrisa en su rostro.

— ¿Qué lo trae por aquí? — le pregunte, ignorando la vergüenza que sentía.

— Lo mismo podría preguntarle, ¿Que hace sola en esta noche tan fría? 

— No ha respondido mi pregunta. 

— Y tu tampoco la mía.

Si, así era, él podía saberlo todo de mi con sólo darme un pequeña mirada, podía ignorarme por días y luego venir a mi como si yo fuera lo más interesante en el mundo y cuando yo quería saber de él, lo único que obtenía era una sonrisa misteriosa y preguntas confusas. 




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